domingo, 16 de enero de 2011

02. INVESTIGACIÓN: LA CANCIÓN DE AUTOR EN ESPAÑA (Padres y Madres):

02. INVESTIGACIÓN:
LA CANCIÓN DE AUTOR EN ESPAÑA (Padres y Madres):

Resumiendo y simplificando el fenómeno, y exceptuando algunos cantautores de toda España que ya en los años 50 cantaban el folclore de su región, el verdadero fenómeno nació a mitad de los años 60 en Cataluña, con lo que no tardaría en denominarse La Nova Cançò. Se trataba de un movimiento cultural que enmarcaba el nacimiento de un gran número de cantautores y cantautoras (conjuntos, en su mayoría, al menos en sus inicios), como Raimon, el verdadero veterano y guía de la Nova Cançò, estandarte y signo de admiración, cantando canciones para un pueblo ansioso de actos de rebeldía y de libertad.
Els Setze Jutges.
Los conciertos de Raimon se convirtieron en uno de los primeros actos político-culturales, verdaderos mítines de resistencia. Gente como Miquel Porter o Josep Guardiola, ya cantaban en esta época, pero, junto a Raimon, fueron las agrupaciones de nuevas voces que comenzaron a surgir no sólo en Cataluña, sino a lo largo de todo el país, con unas fuertes proclamas de de afirmación de la identidad, y es que Cataluña era víctima de una dura represión por parte de la dictadura franquista, que parecía tener una necesidad imperiosa de reducir sus costumbres, su cultura, su lengua, su folklore, y en resumen, su identidad, su vida. Así, grupos como Els Setze Jutges dieron una respuesta clara que el público catalán recibió con agradecimiento, gracias a un claro manifiesto de intenciones implícito en aquella unificación de tradición, frescura y modernidad. El Setze Jutges, “Dieciséis autores e intérpretes que, a falta de una infraestructura para moverse por las latitudes y longitudes de los Países Catalanes, daban recitales juntos.” (Cantautores en España, por Jordi Turtós y Magda Bonet).
Lluís Llach.
                El seno de los Setze Jutges llegó a albergar a Miquel Porter i Moix, Remei Margarit, Josep Maria Espinàs, Delfí Abella, Francesc Pi de la Serra, Enric Barbat, Xavier Elies, Guillermina Motta, Maria del Carme Girau, Martí Llauradó, Joan Ramon Bonet, Maria Amèlia Pedrerol, Joan Manuel Serrat, Maria del Mar Bonet, Rafael Subirach, y el que sería el juez número 17, un joven estudiante de Económicas del Ampurdán, Lluís Llach. Éste fue uno de los pocos que no solo consiguió iniciar carrera profesional y ser conocido en todo el territorio español y parte del extranjero, sino que, al igual que Joan Manuel Serrat, también traspasó las fronteras de la transición, resistiendo a los 80 y su caída en picado para los cantautores, sobreviviendo a los 90 y pasando el milenio con excelente saludo profesional. No obstante, Llach sí dejó de forma oficial el mundo de los escenarios en 2007, mientras que Serrat continúa en la industria. Pero también estaba, por ejemplo Maria del Mar Bonet, quien alcanzó la fama en aquellos primeros años y ha conseguido mantener ese respeto merecido que se ganó con canciones como Què volen aquesta gent? De Lluís Serrahima, y gracias a su defensa de la cultura y tradición mallorquina (además popularizó la canción La balanguera, poema de Joan Alcover i Maspons, musicalizado por Amadeus Vives, hasta que en 1996 pasó a ser himno de Mallorca); o Pi de la Serra, quien a pesar de ser uno de los mejores letristas, y de su ironía y humor satírico y mordaz, no llegó a cuajar como fenómeno de masas constante, y su carrera ha sido, por lo tanto, irregular.
Pablo Guerrero.
                No obstante, pronto se repitió el modelo por toda España, y sobre todo en los extremos que, como Cataluña, recibían un asedio anticultural a diario: Voces Ceibes en Galicia, Aguaviva (1970) o Jarcha (1973) en Andalucía, o Al Tall en tierras valencianas (aunque posteriores, en 1975).  Lo cierto era que cantautores (bien agrupaciones como Els Setze Jutges o solitarios como Raimon) inquietos habían comenzado a sembrar la semilla de la disconformidad en lo más profundo del sentimiento obrero y estudiantil, y el fenómeno produjo una oleada no menos memorable de cantautores que bien tomaron la tosquedad pero contundencia de mensaje de Raimon, como Adolfo Celdrán, o bien experimentaron en la musicalidad y la riqueza poética como Pablo Guerrero.
                En el País Vasco Mikel Laboa, Benito Lertxundi, o Imanol; Massiel, Manolo Díaz y Luis Eduardo Aute formaban la élite lo que se llamó La Nueva Canción Castellana, pero a diferencia del calado y la repercusión que pudieran tener por separado, la agrupación en sí no alcanzó ni por asomo a la Nova Cançò. Algo más de relevancia tuvo la agrupación Canción del Pueblo; Luis Pastor comenzaba sus andanzas por libre, intachable e incorruptible, al igual que el poeta Pablo Guerrero, “otro hombre que bailaba su propia danza, se distanció desde un principio e hizo del compromiso una actitud que todavía hoy perdura. Un carácter cerrado y solidario, digno del mundo rural que le vio crecer, más su intransferible magia personal, convirtió a Pablo Guerreo en un poeta de la canción en toda regla. No ha traspasado los umbrales de la fama, pero ha cultivado una ilusión y una creatividad en alza.” (Cantautores en España, por Jordi Turtós y Magda Bonet).
                A pesar de cantautores y cantautoras que actuaban a diario en televisión y participaban de cánones ye-yés y descomprometidos, la Canción de Autor en España era más bien, Canción protesta. Ésta, en los 60-70 tuvieron una banda sonora compuesta de chispas dentro de una bombona de butano: L’estaca;  Cal que neixin flors a cada instant; El jorn dels miserables; o La Gallineta de Lluís Llach; Diguem No, Jo vinc d’un silenci o Al vent de Raimon; Al alba o Rosas en el mar de Aute; Asturias de Victor Manuel; A cántaros de Pablo Guerrero; Para la Libertad de Serrat (con letra de Miguel Hernández); Canto a la Libertad de Labordeta; Mª del Mar Bonet con Què volen aquesta gent?; y por supuesto,… la voz y guitarra de Paco Ibáñez en los poemas de Alberti y Hernández, A galopar  (Galope), y Andaluces de Jaén (Aceituneros), respectivamente.
Cola para un concierto de Lluís Llach. Años 70.
                Era una época propicia para, cuanto menos, la pulsión musical de la canción de autor: la influencia de la canción que venía de Latinoamérica con los Violeta, Isabel y el resto de hermanos Parra, Atahualpa Yupanki y su lucha por el indio y el campesino, el prolífico e incomparable Silvio Rodríguez, Quilapayún, Inti-Illimani, Daniel Viglietti, Zitarrosa o el verdadero abanderado de la canción de autor latinoamericana, además de creador de los sentimientos más bellos y humanos, el chileno Víctor Jara.
También la canción francesa formó escuela, empezando por Paco Ibáñez, que vivió desde su adolescencia en Francia y llegó a ser descendiente directo del gran Brassens; Jacques Brel, Lèo Ferré y el mismo Georges Brassens fueron los padres de la canción protesta y también satírica franco-española; también los cantautores folk americanos, y venidos también de Gran Bretaña… Simon & Garfunkel, Bob Dylan,… Esto provocó ya desde el incio de la canción de autor española, divisiones entre afrancesados (Llach o Ibáñez), seguidores del country y blues americanos (como Pi de la Serra), de raigambre latinoamericana o también los principalmente autóctonos (Labordeta). Además gente como Jaume Sisa experimentaba con otros estilos, y Pau Riba con el rock progresivo, así como Hilario Camacho buscaba registros más rockeros a lo largo de su carrera musical.
                Pero sobretodo la olla a presión en que se había convertido España, política y socialmente hablando; la represión anti-obrera, las duras respuestas policiales, las contínuas manifestaciones,… Hechos mundiales como la figura del Che Guevara y su asesinato; la masacre obrera ocurrida en Vitoria el 3 de marzo del 76, que inspiró a Llach la cantata orquestal Campanades a mort ; la ejecución al garrote vil que provocó como respuesta, también de Llach, el crudo tema I si canto trist. También el asesinato del ya nombrado Víctor Jara en el levantamiento de Augusto Pinochet contra el gobierno de Allende fue un detonante que dio a los cantautores de España la confirmación de que en esos momentos, más que nunca, debían resistir.
Lluís Llach en el Olympia, 2006.
Además los cantautores y cantautoras españolas tenían en Francia un apoyo, y al mismo tiempo, un modo de difusión y divulgación cruciales: El Olympia. El teatro en que han grabado los más grandes, desde cantautores a los Rolling Stones. El Olympia supuso para los cantautores vetados en España una vía de escape y de conectar con muchísima gente en su situación, exiliados españoles y franceses afines a la izquierda. Los principales cantautores y cantautoras españolas han grabado en su seno, Maria del Mar Bonet, el satírico y mordaz Ovidi Montllor, Raimon en el 66… pero sobretodo los más esenciales fueron Lluís Llach en plena prohibición de tocar en España, en el 73, Pablo Guerrero, alcanzando el máximo exponente en su carrera con el magnífico concierto en dicho teatro y, por encima de todo, el que se sumaría al Barcelona, Gener 1976 de Llach y Recital de Madrid de Raimon en el podio de los directos significantes para la Canción Protesta española: El Olympia de Paco Ibáñez, en 1969. Un memorable concierto que refleja el carácter de los recitales del cantautor valenciano en todo su esplendor: tradición y aire fresco, guitarras clásicas y autóctonas, así como occitanas y latinoamericanas salidas de unas mismas cuerdas, y las voces de decenas de poetas surgidas de una misma boca.
Paco Ibáñez, en el Olympia.
Una actitud heredada del Mayo del 68 francés, estudiantes ansiosos de verdades, ganas de cambiar el mundo, el pie sobre una silla en posición desafiante, de riguroso negro y gran parte del público sentado sobre el escenario en corro a modo de comuna hippie y en hermandad interactuando con el cantautor que ya no es un micrófono unidireccional, sino una convergencia de voces entre público y cantante, una conversación musical.
                 
                Además la canción de autor y la canción protesta se unificaron gracias al fenómeno Joan Manuel Serrat, que partiendo de la tradición y la protesta cultural propuesta por Els Setze Jutges fue capaz de llegar al público juvenil, además de a todo tipo de públicos; tildado de participar del régimen franquista en ocasiones al aceptar moverse en medios populares y de gran difusión, encandiló a la juventud y al público ye-yé, y escandalizó cuando hubo de hacerlo, a quien hubo de escandalizar. Su garbo y estilo sobre el escenario fueron un reclamo, y la calidad musical y poética de sus canciones, además del vibratto de su voz pusieron pronto a este cantautor en la palestra de los grandes. Criticado por los catalanistas como Pi de la Serra, y otros, por su decisión de alternar catalán y castellano, él declaró en varias ocasiones que el castellano es también su lengua, ya que su madre lo hablaba, y él ha mamado de ambas. No obstante es famoso su rechazo a viajar a Eurovisión por no querer cantar en catalán. Además, sus discos Dedicado a Antonio Machado y A Miguel Hernández fueron toda una declaración de intenciones.

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